Miles Davis, la magia de la trompeta

Durante medio siglo sopló con toda la fuerza de sus pulmones. El sonido de la trompeta se convirtió en magia, descubrimiento, arte. El nieto de los esclavos llegó en 1944 a Nueva York procedente de San Luis, la ciudad que está en la orilla del río Mississippi. Estudió en la prestigiosa escuela Juilliard y pasó noches enteras en los bares de la calle 52, los templos en los que Dizzy Gillespie y Charlie Parker dieron un sacudón al jazz con un estilo irreverente, transgresor y de avanzada: el bebop
La primera banda que dirigió, con 23 años de edad, fue un fracaso económico, pero le otorgó reputación entre sus colegas, quienes escucharon un estilo relajado y distendido que recibió el nombre de cool. La mala administración de su dinero y la adicción a la heroína le hicieron trabajar con voracidad y desorden. Durante 1952 y 1953 su carrera se estancó. La trompeta es un instrumento que exige un esfuerzo físico importante y su frenético estilo de vida le impedía tocar con regularidad. En 1954 cambió las drogas por la actividad física y una dieta estricta. Entre octubre de 1955 y octubre de 1956 grabó seis discos, entre ellos el mítico The New Miles Davis Quintet. 
Obtuvo la aclamación de la crítica, el público y los músicos y con ella llegaron las giras, el dinero, los carros nuevos, la ropa cara, la promiscuidad sexual y el cansancio. Hizo un alto, se operó de la garganta y volvió con un sexteto. En 1965 salió My Funny Valentine: Miles Davis in concert. Tres años después, editó Miles in the Sky su respuesta ante el aumento de la popularidad del rock en detrimento del jazz. Aquí usó por primera vez la guitarra, el bajo y el piano eléctrico. Se sometió a una dolorosa operación de cadera y sucumbió ante la cocaína. 
Durante los 70 su creatividad no llegó a tanto en comparación con las dos décadas previas, pero igual experimentó con una fusión de jazz y rock. Entre 1976 y 1980 el silencio volvió a ocupar su vida. Otra vez las drogas, accidentes de tránsito, deudas. En 1980, con 54 años de edad se metió en un estudio con músicos veinteañeros y desconocidos a jugar con el funk y el acid jazz, a coquetear con el pop. Vuelven las presentaciones en escenarios de América, Europa y Asia, siempre acompañado de dolencias y recaídas. Así estuvo toda la vida, alternándose entre una etapa creativa, disciplinada e innovadora y otra oscura, deprimida y llena de adicciones y enfermedades.

Trabajó con centenas de músicos, se peleó con varios y sobrevivió a muchos. Es imposible nombrarlos a todos, cada uno de ellos fue importante para su vida, pero aquí va una lista personal: los saxofonistas John Coltrane, George Coleman y Wayne Shorter; los pianistas Herbie Hancock, Bill Evans y Chick Corea; los bajistas Paul Chambers, Ron Carter y Dave Holland; los bateristas Jimmy Cobb, Philly Joe y Tony Williams; los guitarristas George Benson, John McLaughlin y Mike Stern. 
Supo acompañar sin estridencias, brillar con solos llenos de sencillez, improvisar con ingenio, componer armonías complejas, hacer música para películas. Observó y absorbió el arte, la disciplina y las drogas de sus predecesores. Fue un creador con una mezcla de introspección, furia, espontaneidad, agresividad y contemplación. Un artista genuino que nació el 26 de mayo de 1926. Su último concierto fue en Londres el 19 de julio de 1991, dos meses antes de morir. El auténtico y original sonido de la trompeta de Miles Davis sigue revelando y mostrando un mundo interior deslumbrante.
Las fechas de este texto fueron tomadas del libro Miles Davis. La biografía definitiva de Ian Carr, editado por Global Rhythm y traducido por Eduardo Hojman y de la página web http://www.milesdavis.com  

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