Comida con acento paisa


El aroma de un café Juan Valdez, los comentarios sobre la actuación del Atlético Nacional o el Independiente Medellín, el olor del pandeyuca o de las carimañolas, las fluctuaciones diarias entre el bolívar y el peso colombiano, los televisores encendidos con la continua trasmisión de RCN o Caracol. En Caracas hay dos cuadras que superaron los ríos, la selva y las montañas que la separan de la capital de Antioquia. Dos cuadras con el mismo amarillo, azul y rojo, pero con dos acentos que se confunden hasta convertirse en uno solo.
 En San José, entre las esquinas de Esmeralda a Mirador el sabor tradicional paisa se cuela por las calles y no deja desprevenido a los peatones que se aventuran a transitar por el lugar. Bajando de la avenida Panteón hacia la Plaza La Candelaria los productos colombianos se multiplican y la nostalgia de quienes abandonaron su lugar natal se amaina. “Hace 23 años llegué a Venezuela, no he regresado a Colombia desde ese entonces. Me siento a gusto aquí, pero cuando cocino, prefiero el sabor de la que antes era mi tierra. Elaboro las empanadas con huevo, carne, arroz, chicharrón y un buen sofrito que es mi secreto. Todos los días me levanto a las dos y media de la madrugada para hacerlo” comenta Ramón Restrepo, quien junto a John Toro y Carlos Toro –parte de la segunda generación– atiende Delicias mi Gran Colombia.
El pequeño local recibe los fines de semana a centenares de compradores, que desde las cinco de la madrugada se acercan a desayunar. Hay quienes prefieren pedir la comida para llevar, incluso llamando antes por celular, pero otros se quedan para compartir en el sitio y conversar. “Aquí vienen clientes que se han convertido en nuestros amigos, muchos vecinos y por supuesto compatriotas buscando un desayuno paisa, aunque hay también venezolanos a los que les gusta nuestra comida” afirma Toro, quien se encarga de atender el negocio, mientras su socio Restrepo descansa del madrugonazo.

Los dueños de Delicias mi Gran Colombia nacieron en Medellín. Ambos abrieron el local al comienzo de la década de los años noventa. Han sido los únicos propietarios que ha tenido el negocio, que se ufana de sus virtudes con un mensaje pintado encima de la entrada que dice: “¡Aquí está el sabor!”. También venden, entre otras decenas de productos, salchichón Zenú; frijoles en lata (que ellos pronuncian fríjoles, con acento en la í); borojó con cola granulada, miel y leche; gaseosas colombianas como Kola Hipinto, Kola Roman y Kola Postobón.
A unos diez metros está El Rincón Paisa –pequeño como Delicias mi Gran Colombia, pero sin los productos empaquetados que se consiguen en éste– también dedicado a las típicas frituras de Medellín. El negocio, con más de 20 años en el mismo sitio, ha tenido varios propietarios, pero conserva la sazón de la cocina y la buena atención. Ninguno de los dos establecimientos sirve almuerzos, pero en la siguiente esquina está El Parador de Medellín donde se puede comer la tradicional bandeja paisa, un plato con tanto sabor como calorías pues está hecho con aguacate, arroz, carne, granos, huevo y tomate, entre otros ingredientes.
Para los postres está El dulce sabor de Colombia, un sitio en el que se pueden conseguir bocadillos, buñuelos, mazamorra y almojábanas, así como las harinas para hacerlos, y además pandebono, pandeyuca, pandequeso y arepas antioqueñas.
Dos cuadras en las que Medellín cobra vida en Caracas, en la que estas dos ciudades, de dos países que siempre estarán uno al lado del otro, parecen fundirse a través de la gastronomía y la conversación de los paisas que ahora tienen El Ávila como referente y no las montañas de Nutibara y El Volador.

Aceite, café y licor

*La comida paisa no puede ampararse en la moda de lo “ligth”. Los ingredientes que conforman alimentos como papa con carne, empanadas de carne mechada con papa, empanadas de chicharrón, chorizo de chicharrón y el salchichón colombiano no está hecho para mantener la figura exigida a las modelos o las misses. Es una comida con raíces rurales que se mantiene en las ciudades, un desayuno o merienda generosa en calorías y aceite.

*La marca de café más conocida en el mundo es Juan Valdez, el personaje que representa al tradicional trabajador de las haciendas de café, un oficio que se remonta a los tiempos de la Colonia y que ha sobrevivido para convertirse en uno de los productos de exportación más importantes, pero en Delicias mi Gran Colombia y El dulce sabor de Colombia también se vende café de las marcas Águila Roja, Colcafé, Galavis, La Bastilla y Sello Rojo.


*En Delicias mi Gran Colombia también se puede comprar, aunque no beber en el lugar, las marcas de cerveza Águila, Costeñita y Pilsen; Aguardiente Antioqueño y los rones Viejo de Caldas y Medellín Añejo.

Este texto fue publicado en diciembre de 2010 en la Revista de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol). Las fotografías que acompañan este trabajo son de Gregorio Marrero.

Comentarios

  1. Qué hambre me dio esta entrada! Muy buen trabajo.

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  2. Pues habrá que ir hasta allá porque se come sabroso. Gracias por comentar Yohana.

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  3. Qué bonita nota; parece escrita con cierto cariño.

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