Talento enmascarado



Publicado en TalCual el lunes 23 de junio de 2008

Lagbajá es un hombre enmascarado de más de dos metros de altura, ataviado con traje de diversas tonalidades de amarillos, que toca el saxofón, canta y danza frenéticamente. Lagbajá dirige una banda de doce músicos que combinan la fuerza, espiritualidad y ritmo de los tambores dundun, gangan, batá, sakara y ogido con la estridencia de la guitarra eléctrica y la armonía del saxofón. Lagbajá significa en yoruba: alguien, nadie, cualquiera y todos.
Este destacado músico africano se presentó por primera vez en Venezuela el pasado viernes, en la segunda noche de conciertos del V Festival de Tradiciones Afroamericanas (FITA) que se celebra en Maracay hasta el 23 de junio. Y si bien Lagbajá no enseño su rostro ni un segundo, si develó la calidad, versatilidad y buen dominio de escena de su grupo. Sólo pronunciaron dos palabras en español: gracias y Maracay, pero no hizo falta más, pues a través de sus canciones en inglés y yoruba supieron motivar a un público que esperaba ansioso el "avión de la salsa" del trombonista puertorriqueño Jimmy Bosch.
Valió la pena conocer a este enigmático músico que con su descarga contagió a todos. Desde los amantes de la salsa brava, pasando por los practicantes de la capoeira, los seguidores de las religiones de raíces africanas y los jóvenes percusionistas hasta las señoras de más de 70 años de edad que se acercaron a ver qué buscaba la multitud que copaba los espacios del Hotel Maracay.
Todas y cada una de las canciones que ejecutaron por aproximadamente hora y media, la mayoría de su nuevo disco Ikira, no sólo invocaron los espíritus de la alegría, sino que sirvieron para hacer llamados por la paz y denuncias de la situación de injusticia social de buena parte de África. Pero la noche no estaba para otra cosa que no fuera dejarse llevar por los tambores y las voces de los carismáticos músicos africanos.
Los percusionistas de Lagbajá no sólo arrancaron sonidos de los cueros, sino que también cantaron, bailaron y se movieron de un lado a otro del escenario con una naturalidad que demuestra las infinitas horas que han compartido sobre la tarima. Además, todos tuvieron la oportunidad de lucir sus "solos" incluso la corista de la banda. La única mujer del grupo pasó de hacer segundas voces a seducir con sus canciones a la concurrencia, y después danzó frenéticamente, tanto que el propio Lagbajá intervino para sentarla a un borde de la escena, no fuera a ser que recibiera a algunas deidades que no estaban invitadas.


En el avión
Cuentan que Lagbajá también viaja en avión sin quitarse su máscara, también dicen que sólo su rostro pudo ser observado por las autoridades de migración del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, pero eso sí, previa utilización de un líquido bendito que supuestamente tiene el poder de hacer olvidar las facciones de su rostro. Después de su perfomance, Lagbajá incluso bailó en el escenario durante la presentación del trombonista. Pero lo suyo es la danza propia de África, nada de salsa casino, ni otros inventos.

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