Bella Vista, todavía más casas que edificios


La urbanización fue fundada el 19 de abril de 1938 bajo la presidencia de Eleazar López Contreras. Su nombre le es otorgado por el sitio privilegiado que tenía en la época, desde donde se divisaba con comodidad a El Paraíso, zona residencial predilecta de la clase alta durante el largo mandato de Juan Vicente Gómez. Bella Vista limita al este con la avenida San Martín, al oeste con La Yaguara, al norte con Colinas de Vista Alegre y al sur con el Puente de los Leones y La Paz.


La calle Real de Bella Vista más que una calle, es una pequeña avenida de dos canales, en ella se pueden encontrar varios talleres mecánicos. Además, está la iglesia Bautista, a partir de allí la calle Real pasa a llamarse Hilda M. De Dovale y se divide en la calle 1 de Bella Vista. Este sitio es el corazón comercial de la zona, están entre otros: la licorería Brasil, la tapicería Primavera, el mesón de Anaisa (que los moradores más antiguos recuerdan como el Bar Primavera) y la Notaría Pública Bella Vista. Están también unos edificios de los años cincuenta, de apenas dos pisos: el Apartamentos Ángel Rubén y el Edificio Bella Vista. Al frente, al comienzo de la calle T, se encuentran la panadería Ritz y el supermercado Sledo.

Una de las particularidades de la urbanización es que existen pocos edificios, todos de menos de cuatro pisos. La construcción predominante son casas de un piso, a la que los dueños han construido otros y los denominan casas-quintas. Bella Vista sólo tiene cinco avenidas y cuatro calles. La diferencia entre ambas denominaciones es que las avenidas son verticales y las calles horizontales, pues lo que recibe el nombre de avenida es una calle de un solo canal y sentido. Sin embargo, la señora Rosa Bolívar, una de las líderes de la comunidad, asegura que “Bella Vista comprende toda la avenida que está frente a la estación del metro La Paz, y el camino que conduce hacia el hospital Pérez Carreño, conocida como La Línea, pues por allí pasaba hace ya mucho tiempo, la línea del ferrocarril”.

Del Ballet Verde al Deportivo Novaires
La señora Bolívar forma parte del comité organizador de la celebración de la parroquia. Desde hace ya varios años se realizan actividades deportivas, culturales y recreativas en la calle 4, donde está ubicado el polideportivo Matías Núñez.

En Bella Vista, mucho antes de la fiebre de la vinotinto, el deporte predominante es –y ha sido– el fútbol. A comienzos de los años sesenta Bella Vista contaba con el equipo “El Ballet Verde”, pues sus jugadores de uniforme verde “bailaban” a las selecciones de Artigas, San Martín, Vista Alegre, entre otros equipos. Ahora tiene su sede allí, desde hace unos ocho años, la escuela de fútbol Deportivo Novaires.

El Polideportivo Matías Núñez posee cancha múltiple de baloncesto, futbolito y voleibol, además un campo de fútbol donde la grama es un espejismo y salas donde se practica tai chi, bailoterapia y kárate; se ofrecen clases de salsa, danza contemporánea nacionalista y tiene su sede la academia de flamenco Luna Gitana, donde también se enseña danza árabe.

La calle del Chivo
Un poco más arriba, en la calle 4, se encuentra una placa que la bautiza como “la calle del Chivo”, en honor a Eleazar Núñez, un joven de la zona que se encargada de organizar las caimaneras de fútbol y de ayudar a los vecinos. “Él era un muchacho que hacía los mandados, siempre echaba broma, era buena gente, querido por nosotros aquí”, afirma el señor Alirio, dueño de una pequeña bodega en el lugar. También hay gente que no tiene buenas referencias del "Chivo". Lo acusan de haber tenido mal comportamiento. “Ese era un drogadicto si remedio” asegura una señora que se niega a revelar su nombre.

Antes de conocerse como “la calle del Chivo”, la calle 4 se llamaba El Parque, allí queda el pasaje del mismo nombre, viven en ese sitio varios de los habitantes más antiguos del sector, aunque “mucha gente de antes ha vendido y ahora llega gente nueva...nueva es un decir, ya tienen diez años en la zona”, comenta el señor Rafael Núñez, el papá del "Chivo".


Este texto fue publicado en el semanario EnCaracas en mayo de 2005.


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